Irlanda, mi primer amor

Igual os parece que exagero, pero a mis 20 años fue el primer viaje de mochileros que hice con dos amigos más, totalmente solos. Para mí… ¡fue una experiencia brutal! Ahí fue cuando mi espíritu viajero despertó del todo y desde entonces no he parado de descubrir nuevos lugares.


Planeamos todo el viaje desde el principio, buscando las opciones de alojamiento más económicas como albergues o hostels (hace cinco años no se estilaba todavía el Couchsurfing o Airbnb); mirando excursiones, lugares que visitar, qué comidas queríamos probar… ¡Y lo que nos costó ponernos de acuerdo! Pero todo salío de maravilla.

Dublín nos recibió el primer día con su característica lluvia intermitente e incesante. La verdad es que llovió 4 de los 6 días que estuvimos allí, pero no nos molestó: paraguas o chubasquero, y a seguir la ruta.

Cuando fuimos a ver los impresionantes Cliffs Of Moher (los impresionantes e imprescindibles acantilados), que estaban a 1h de viaje en bus desde el centro de Dublín, nuestra guía ya nos dijo que Septiembre no era el mejor momento de visitar Irlanda porque es cuando más llueve. ¡Pequeño error! Siempre comprobar qué temporada es mejor visitar un país para así disfrutar al máximo de todo lo que te ofrece 😉

Dublín es una ciudad magnética, alegre, con muchísima vida tanto de día como de noche. Es un lugar internacional, donde gente de muchísimos sitios convive y se relaciona de manera amable y simpática.

Desde el primer momento que pisamos la ciudad, y que nos perdimos un poco en busca de nuestro hostal, una señora nos ayudó sin preguntar y nos acompañó hasta el sitio.

Algo que no olvidaré de Dublín, además de su famoso y precioso barrio de Temple Bar (visita obligatoria e increíble rincón para tomar cerveza), es la cantidad de buenas personas que nos cruzamos en nuestro camino, con ganas de hacerte sonreír y dispuestas a ayudarte en lo que hiciera falta.

Conocimos a un grupo de americanos/as que habían viajado a Dublín a ver un partido de rugby de liga muy importante, y bailamos y reímos con ellos durante toda una tarde hasta bien entrada la noche. Temple bar te ofrece lugares con mucho encanto y con música en directo.

En la ciudad las cosas más me encantaron fueron el Trinity Collage, que todos los fans de Harry Potter enloquecían entre sus estanterías de libros; la fábrica de cerveza Guinness con su museo y su curso exprés de tirador de cerveza, pero, por encima de todo, Phoenix Park.

Se puede ir a pie sin problema si os gusta caminar, y allí nosotros alquilamos una bicicletas para recorrer todo el parque. Gracias que tuvimos sol ese día J Es un lugar mágico, donde se pueden ver ciervos corretear por la pradera, y tienes tanto llanura como bosque. Totalmente de cuento.

La comida en los pubs es un poco cara, pero nosotros comíamos sándwiches y por la noche sí que disfrutábamos de un plato caliente y de generosa cantidad por 12€.

El “Fish and chips” es lo más típico, pero tienen muchas más cosas tremendamente ricas. Si quieres fish and chips, mi recomendación es que lo pruebes en el pueblo pesquero de Howth, donde hay rutas de senderismo a pie de acantilados y el pescado es fresco. Se llega en tren fácilmente.

Irlanda es un país que respira vida, de color verde, cuya naturaleza me fascinó. Visitamos Giant’s Causeway (la calzada de los gigantes) en Irlanda del norte, y valió muchísimo la pena el largo viaje en bus porque ese lugar es indescriptible. El sol brillaba y se respiraba aire puro. Las formaciones rocosas en forma de hexágonos nos impactaron mucho porque nunca habíamos visto nada parecido.

Los parajes naturales de Irlanda son algo que se grabó a fuego en mi corazón y jamás olvidaré. Además, en la excursión que hicimos pasamos por The Rope Bridge, un puente colgante entre pequeños acantilados.

Sin duda es un país que vale mucho la pena visitar si te gusta rodearte de varias culturas en la misma ciudad, buen ambiente para disfrutar de música en directo, buena cerveza y gente agradable.

Tiene muchas leyendas que dan vida a la ciudad desde mucho antes de la época que conocemos, como Molly Malone y su canción “Cockles and mussels” (berberechos y mejillones) que es casi un himno para los irlandeses.

No es uno de los destinos más baratos, pero si dedicas tiempo a buscar las mejores alternativas, sale tiradísimo de precio y muy bien invertido.
Para enamorados de la naturaleza, es un lugar de ensueño en el que perderse.

Irlanda, mil gracias por descubrirme que todo esfuerzo vale la pena y que el mundo es demasiado bonito para dejar rincones sin explorar.

-Arantza B. @arantza_illustrations